Ricardo Candia Cares
En un notable intento por agotar la capacidad de asombrarse por la vía de las innovaciones espeluznantes, nos enteramos que al sistema electoral binominal, cuyos efectos son una educación, salud, sueldos, pensiones, barrios, medio ambientes binominales, ahora se agrega una izquierda binominal.Definiendo la exclusión como la ausencia de sus dirigentes en el parlamento, el Partido Comunista termina por aliarse con la Concertación abandonando todo lo dicho en veinte años. Renunciando a las exigencias hechas respecto del sistema, mostrándose para la foto con aquellos que antes, no mucho, denostó por continuadores de la dictadura, agentes de la CIA, enemigos del pueblo, entre otras linduras, intenta convencer que lo que ayer era malo, ya no lo es.
El binominalismo global, que termina por enterrar a una parte gloriosa de la izquierda, se veía venir. Un buen ejercicio de enlace lo vienen haciendo en la CUT, compartiendo las prebendas y el freno de mano, con los actuales socios de la Concertación, conspicuos dirigentes de partidos oficialistas. Con el propósito de controlar posibles salidas de madre del movimiento sindical, los otrora ardientes revolucionarios se han despachado hasta mejores tiempos las posibilidades reales de cambios en un sistema que huele a mierda de vacas.
Los dirigentes de izquierda binominal, aumentando los grados de desconcierto existentes, bien pueden ir ensayando fórmulas para explicar la trisección del ángulo, la duplicación del cubo, la cuadratura del círculo. Aquél que diseñó o pirateó el remolino, desordenado y chascón símbolo de esa partecita de la izquierda, que vaya pidiendo el pago de sus honorarios.
Porque resulta un ejercicio de imaginación, locuacidad o francamente de chamullo monumental, explicar cómo de un momento a otro, aquellos que fueron por un quinto de siglo los antagonistas entre los cuales podíamos ubicar a anticomunistas probados, delatores profesionales, cómplice documentados del dictador, entre otras denuncias estrepitosas, hoy, por el arte de la transformación binominal, son socios a los cuales se abraza ante las cámaras de televisión sin que se mueva un músculo.
Los esfuerzos de la Concertación para que militantes comunistas accedan o intenten acceder, al Congreso, tiene más por objetivo consolidar el sistema electoral, que dar pasos para poner fin a la exclusión política. El día en que un extraparlamentario pise los salones del Congreso, se sellará por muchos años la posibilidad de terminar con el principio por el cual hoy se reparten el botín los mismos de siempre.
Facho entre los fachos, Longueira tiene razón. La entrada de un comunista en el Congreso, hace que este sea todo lo democrático que necesita por cuanto estarán todos los que son. Que parece que son. Por lo tanto, no es necesario que se haga modificación alguna.
Se cierra de esta manera la posibilidad cercana de levantar algún movimiento de masas que supere este largo momento gris y amargo para tantos. Condenada a las cadenas de la tontera, eso que se llama izquierda se desangra por entrar al ruedo de las votaciones cada dos años con la esperanza de que ahora sí. Las votaciones siguen siendo la Meca hacia donde se arrodillan y ruegan las islitas de ese archipiélago deforme que algunos dicen que es la izquierda. Ese bosque encantado que confunde y ayuda a confundir.
Se han sepultado bajo una cripta sellada las herramientas que han posibilitado los únicos avances democráticos logrados en el orden capitalista: la vía de la movilización, entendida en su sentido correcto, para diferenciarla de la miserable agitación. Ninguna ley o medida tomada por el estado y sus organismos, que haya significado un beneficio para los perdedores profesionales de este país, ha sido por la buena voluntad de los que mandan. Ha sido siempre por la vía de la movilización que no poco sufrimiento ha significado para muchos.
A lo poco que había, se debe restar ahora el portazo que los dignatarios de la izquierda al garete dan por la vía de rendirse de la manera más impresentable: aliarse con aquellos que hasta ayer no más eran los administradores del modelo, traidores a la memoria de Allende, insensibles con el sufrimiento del pueblo, aliados de la derecha en la administración neoliberal, entre otros epítetos de calibre similar.
Quedarán para otra oportunidad y en el mejor de los casos para otros hombres, jugarse la opción de levantar otros sueños. Fulminados por el virus contagioso del pragmatismo, algunas islitas de este plagio llamado izquierda, deberá disolverse y servir de humus para otros brotes. Deberá desaparecer en un trance de degradación biológica hasta quedar convertida en un abono que recicle otras oportunidades.
El modelo y lo que lo constituye, seguirá a tranco firme su sendero. En lontananza no se ven nubes amenazantes. Todo está claro y el sol brilla en lo alto. Los desordenados, los chascones y sus canciones rebeldes, los poemas de amor y de combate, los sueños y las utopías, que descansen. Hasta nuevo aviso.