lunes, 21 de septiembre de 2009

La izquierda binominal

Ricardo Candia Cares

En un notable intento por agotar la capacidad de asombrarse por la vía de las innovaciones espeluznantes, nos enteramos que al sistema electoral binominal, cuyos efectos son una educación, salud, sueldos, pensiones, barrios, medio ambientes binominales, ahora se agrega una izquierda binominal.

Definiendo la exclusión como la ausencia de sus dirigentes en el parlamento, el Partido Comunista termina por aliarse con la Concertación abandonando todo lo dicho en veinte años. Renunciando a las exigencias hechas respecto del sistema, mostrándose para la foto con aquellos que antes, no mucho, denostó por continuadores de la dictadura, agentes de la CIA, enemigos del pueblo, entre otras linduras, intenta convencer que lo que ayer era malo, ya no lo es.

El binominalismo global, que termina por enterrar a una parte gloriosa de la izquierda, se veía venir. Un buen ejercicio de enlace lo vienen haciendo en la CUT, compartiendo las prebendas y el freno de mano, con los actuales socios de la Concertación, conspicuos dirigentes de partidos oficialistas. Con el propósito de controlar posibles salidas de madre del movimiento sindical, los otrora ardientes revolucionarios se han despachado hasta mejores tiempos las posibilidades reales de cambios en un sistema que huele a mierda de vacas.

Los dirigentes de izquierda binominal, aumentando los grados de desconcierto existentes, bien pueden ir ensayando fórmulas para explicar la trisección del ángulo, la duplicación del cubo, la cuadratura del círculo. Aquél que diseñó o pirateó el remolino, desordenado y chascón símbolo de esa partecita de la izquierda, que vaya pidiendo el pago de sus honorarios.

Porque resulta un ejercicio de imaginación, locuacidad o francamente de chamullo monumental, explicar cómo de un momento a otro, aquellos que fueron por un quinto de siglo los antagonistas entre los cuales podíamos ubicar a anticomunistas probados, delatores profesionales, cómplice documentados del dictador, entre otras denuncias estrepitosas, hoy, por el arte de la transformación binominal, son socios a los cuales se abraza ante las cámaras de televisión sin que se mueva un músculo.

Los esfuerzos de la Concertación para que militantes comunistas accedan o intenten acceder, al Congreso, tiene más por objetivo consolidar el sistema electoral, que dar pasos para poner fin a la exclusión política. El día en que un extraparlamentario pise los salones del Congreso, se sellará por muchos años la posibilidad de terminar con el principio por el cual hoy se reparten el botín los mismos de siempre.

Facho entre los fachos, Longueira tiene razón. La entrada de un comunista en el Congreso, hace que este sea todo lo democrático que necesita por cuanto estarán todos los que son. Que parece que son. Por lo tanto, no es necesario que se haga modificación alguna.

Se cierra de esta manera la posibilidad cercana de levantar algún movimiento de masas que supere este largo momento gris y amargo para tantos. Condenada a las cadenas de la tontera, eso que se llama izquierda se desangra por entrar al ruedo de las votaciones cada dos años con la esperanza de que ahora sí. Las votaciones siguen siendo la Meca hacia donde se arrodillan y ruegan las islitas de ese archipiélago deforme que algunos dicen que es la izquierda. Ese bosque encantado que confunde y ayuda a confundir.

Se han sepultado bajo una cripta sellada las herramientas que han posibilitado los únicos avances democráticos logrados en el orden capitalista: la vía de la movilización, entendida en su sentido correcto, para diferenciarla de la miserable agitación. Ninguna ley o medida tomada por el estado y sus organismos, que haya significado un beneficio para los perdedores profesionales de este país, ha sido por la buena voluntad de los que mandan. Ha sido siempre por la vía de la movilización que no poco sufrimiento ha significado para muchos.

A lo poco que había, se debe restar ahora el portazo que los dignatarios de la izquierda al garete dan por la vía de rendirse de la manera más impresentable: aliarse con aquellos que hasta ayer no más eran los administradores del modelo, traidores a la memoria de Allende, insensibles con el sufrimiento del pueblo, aliados de la derecha en la administración neoliberal, entre otros epítetos de calibre similar.

Quedarán para otra oportunidad y en el mejor de los casos para otros hombres, jugarse la opción de levantar otros sueños. Fulminados por el virus contagioso del pragmatismo, algunas islitas de este plagio llamado izquierda, deberá disolverse y servir de humus para otros brotes. Deberá desaparecer en un trance de degradación biológica hasta quedar convertida en un abono que recicle otras oportunidades.

El modelo y lo que lo constituye, seguirá a tranco firme su sendero. En lontananza no se ven nubes amenazantes. Todo está claro y el sol brilla en lo alto. Los desordenados, los chascones y sus canciones rebeldes, los poemas de amor y de combate, los sueños y las utopías, que descansen. Hasta nuevo aviso.

El ministro Vidal entre ruido de sables y rugidos de F-16

Ricardo Candia Cares

A la entrada victoriosa del Ministro Vidal al Senado, junto a los tres comandantes en jefe de las fuerzas armadas, le faltó solamente rodear el edifico del parlamento con tanques mientras la fuerza aérea, para robar puntería, derribaba el edificio mediante un preciso bombardeo.

Si por modernización entendemos, modernizar las maneras de las Fuerzas Armadas para derrocar gobiernos legal y legítimamente constituidos, entonces vamos por buen camino. El hecho de que el prepotente ministro Vidal haya subido de categoría para dirigir defensa es un buen augurio.

Con un gesto parecido al delantero que dispara un penal o un actor que representa a Otelo, el ministro Vidal ha cultivado un gesto de bronca aplicable a todo aquel que no esté de acuerdo con sus brillantes puntos de vista. Así se aun colega ministro o un patipelado cualquiera.

Condecorados y adustos, los comandantes en jefe escoltaron al Ministro en su comparecencia al Senado con el fin de presionar a los legisladores en sus proyectos magníficos para perfeccionar el mando de las Fuerzas Agramadas, agregándole ahora un escalafón más: el Estado Mayor Conjunto.

Con el velo de misterio habitual en un aspecto al que la democracia aún no llega, la defensa nacional sigue siendo un tema resuelto entre cuatro paredes y un cielo raso. Sin embargo, a favor de la transparencia hay que decir que es un avance que se publiquen, con una frecuencia de miedo, los chanchullos, coimas, comisiones ilegales, negocios truchos y mariguancias propias del Mercado Persa, en las que se involucran hombres de armas y material de guerra innecesario y vergonzoso.

Este 19 de septiembre habrá novedades en la Parada Militar. El ministro Vidal tendrá motivos de sobra para sacar pecho. Más de 120 aviones, primos hermanos de esos que volaron La Moneda con el presidente Allende adentro, rozarán el Campo de Marte dejando a su paso un rumor de motores a toda velocidad, y una cuenta en combustible que será secreto de estado.

También dejarán algunos recados que se podrán leer entre las estelas azules expelidas por las potentes turbinas. Como los mensajes enviados los vecinos. Cuidado. Meterse con Chile es meterse con el matón del barrio, transformado en el mayor comprador de armas de la región si se considera su población.

Otros lectores viven más cerca. El poderío militar de las fuerzas armadas chilenas, el que se puede ver y el que se sospecha en las agencias de inteligencia de las distintas ramas, las que, obvio, habrán visto incrementados sus equipos, entrenamiento y personal, en la misma proporción, pueden tener aplicaciones locales.

Los mensajes que emanan de los rugientes motores de los F-16, a sesenta millones de dólares la unidad, deben llegar también al mundo civil. Resulta una notificación a los porfiados que aún creen que los derechos de los trabajadores se conquistan luchando, porque nunca nadie les ha regalado nada. Que las reformas políticas que harán de éste un país de verdad democrático, serán alcanzadas, más tarde o más temprano, mediante gigantescos procesos de movilización las que incluirán, necesariamente, jornadas de desobediencia civil y huelgas nacionales.

Las fuerzas armadas, financiadas con la riqueza de este país, deben estar sometida al control democrático de sus habitantes. Hasta ahora, sólo un puñado, los mismos de siempre, son quienes manejan lo que afectará a todos. La participación de los sectores hasta ahora marginados de la toma de decisiones y de la discusión de los asuntos del estado, resulta una amenaza que para el sistema es necesario alejar.

Así, el sistema político que se aplica en Chile, es coherente con las necesidades de la Doctrina de Seguridad Nacional, vigente como filosofía de las fuerzas armadas. El binominalismo que inhibe el acceso a poderes del Estado a parte importante de la población, el sistema económico fundado en el mismo principio de exclusión y todo el resto, es parte de un todo en que las armas ponen la garantía final

Mientras no se destierre de las Fuerzas Armadas las concepciones autoritarias que han permanecido incólumes en su interior, los procesos, democráticos y necesarios para la lucha política, estarán viviendo bajo una persistente amenaza.

Demostración de lo anterior fue el ruido de sables, verdadero proto amotinamiento muy cercando al tancazo de julio del 1973, que significó la irrupción prepotente en el Senado de Vidal y sus escoltas con charreteras. O que se explique un significado legítimo y menos intimidante de esa operación.

El 19 de septiembre se estará frente a un nuevo Día de las Glorias del Ejército. Habría que ver si en esa tradición en que se celebran proezas tales como la Pacificación de la Araucanía, la matanza de la Escuela Santa María, entre otras glorias no menos heroicas, se encuentra la madre de todas las batallas: el asalto y Toma de la Moneda.

Y si se les puede agregar otras proezas de renombre, como la del Retiro de Televisores, Colombo, Caravana de la Muerte, Albania, Cóndor, entre otras no menos heroicas.





miércoles, 16 de septiembre de 2009

Los otros hombres, dónde están?

Ricardo Candia Cares

¿Qué pensaba Salvador Allende mientras la Fuerza Aérea de Chile lo bombardeaba, el Ejército le disparaba sus tanques y el Cuerpo de Carabineros era secuestrado por un miserable traidor innombrable?

La muerte en combate de Salvador Allende legó un reguero misterioso que pervive. Las versiones de su muerte, a veces dejan de lado el hecho innegable de su consecuencia. El hombre sabe lo que hace cuando muere. Tras de sí, deja el fusil caliente que defiende La Moneda, el eco de sus tiros perdiéndose y algunas palabras disparadas con buena puntería.

Su último discurso tiene un dejo de amargura. Arrastra su voz un velo decepcionado por la traición de aquellos en los que creyó. Pero tabletea un eco de valentía fidedigna en el metal tranquilo que habla. Ordena la batalla, piensa, teme. Condena al cobarde traidor innombrable, y lo expulsa de la historia por una letrina indigna.

Ahora es el siglo XXI. El héroe ha errado. Los hombres de las grandes Alamedas brillan por su ausencia. Los sucesores del hombrón, con los músculos de la vergüenza atrofiados, perfeccionan todos los días la política implementada por la dictadura para limitar lo más que se pueda la libertad que creímos ganada una vez que la tiranía comenzó a desaparecer en lontananza. Que comenzó a ganar con sus tiros, el Chicho.

Arrebatados por la amnesia del buen pasar, han perfeccionado la normativa que limita el derecho de las personas a expresarse libremente en las calles. Conciben, financian y dirigen un sistema de vigilancia y espionaje a través de la sucesora de la temible CNI, la actual ANI. Las anchas Alamedas están sembradas de cámaras de vigilancia.

Las últimas palabras del hombre tienen un peso dramático por la conciencia pura de saber que en efecto, serán, las últimas. Que el fin ha llegado y de una manera que no imaginó: cercado, atacado por los cuatro costados, asfixiado, bombardeado. La lealtad escaseando, sólo un puñado combate con él sin la opción de rendirse, transitando al Oriente Eterno. Con el miedo necesario para tener el valor a flor de corazón

Declama lo que tiempo transformará en un prólogo ético insoslayable. De cierta manera, esas palabras quedan hermanadas con el Diario del Ché. Se parecen porque emergen una vez que la muerte ha hecho lo suyo. Y porque esas letras y palabras, son hilvanadas sin una previa meditación, dichas o escritas en un tránsito que debió ser otro. Rescatadas como un corto lapso de historia, emergen como un destello trágico que nos informa de los rincones de la vida que no se pueden descubrir sin que no nos salpique la sangre y las lágrimas. Pero escritas y dichas con la caligrafía y dicción de los escasos héroes.

Con un AK colgando del hombro, la muerte rondando por ahí cerca, no habrá sido fácil improvisar un discurso. ¿Habrá tenido la oportunidad de pensar en las palabras que habría de pronunciar en una situación no prevista como la que finalmente fue, en sus alcances postreros?

El misterio de esas palabras está en lo que esconde. Tantas veces cantadas y tantas veces escuchadas, tantas emociones es capaz de descubrir. Y tanto que esconden. ¿Dónde están los otros hombres debieron superar lo gris y lo amargo? ¿A quiénes se refiere?

Por los barquinazos que ha sufrido la historia en ese lapso, es legítimo temer el extraviado de ese ideal de hombre, de esta metáfora. El hombre nuevo de la Unidad Popular, es un desaparecido más, quizás el primero y el último.

Los hombres y mujeres, que más temprano que tarde serían capaces de superar ése momento gris y amargo y su secuela de terror, dolor y muerte, no aparecen por ningún lado. El último tercio de siglo sigue siendo gris y amargo para los que no alcanzan a disfrutar de la luminosidad asombrosa y el sabor dulzón del éxito: los perdedores de siempre. Sin Alamedas al alcance de la mano.

¿Dónde estarán esos hombres y mujeres? ¿Habrán nacido ya o habrá que esperar a condiciones más propicias? ¿Pasarán por nuestro lado sin que nos demos cuenta de su existencia? ¿Se les pasó su cuarto de hora, vivieron y se extinguieron sin que nadie, ni ellos mismos, supieran del papel que se les había asignado? ¿Sucumbieron en los ministerios, el parlamento, las reparticiones públicas y en la empresa privada, ensopados por los beneficios del poder y la riqueza al alcance la mano? ¿Formarán herméticas sociedades secretas para mirarse en espejos biselados, y dormir en laureles nonatos?

Los hombres y mujeres destinados a superar el extendido gris con su correspondiente amargura casi eterna, seguirán siendo un misterio. Hasta que emerjan del rincón más impensado, con otra manera de ver, con otras interrogantes y preguntas, con otras manos y otras visiones, habrá que tomar las medidas para sobrevivir.

Llegarán acaso con sueños intactos, aún sin manosear. Con otra magia y otros balcones. Con otras armas colgando del hombro. Así sea.

Inscripciones, plazos, exclusiones y chistes

Ricardo Candia Cares

La razón esgrimida por La Moneda para no ampliar el plazo de inscripción en los registros electorales solicitada por Sebastián Piñera fue la más singular de cuántas pudieran encontrarse: no parecía serio, en palabras de la Ministra Tohá.

Con el mismo sentido del humor, la diputada que derivó en ministra, agregó que al gobierno le parece que esta democracia funciona adecuadamente como para que se estén haciendo cambios en las reglas del juego cuando un proceso está en pleno desarrollo.

La magia de las encuestas CEP detona de vez en cuando estos arrebatos de humor democrático. De un momento a otro a los sostenedores del sistema les baja este afán, probablemente encendido por la inminencia de la primavera. Calculadoras en mano, buscan y rebuscan en las estadísticas los modelos de comportamiento de los votantes y de los más avispados que ni siquiera figuran en los registros electorales.

Quizás un avance observado entre estos últimos, hace presumir a Piñera que agrandar los plazos le permitiría aumentar su caudal de votos. En palacio están de acuerdo con esa conclusión derechista y piensan en la más elegante manera de decir que no. Para el efecto, usan, abusan, de los chilenos que viven en el exilio y los presentan como moneda de cambio, sabiendo con anticipación que la derecha, fachos de tomo y lomo, jamás aceptará una medida de esa naturaleza. Por lo demás, su implementación, no es cosa de de un par de meses.

Lo más abismante de todo es la impavidez con que la mayoría de los habitantes asisten a estos espectáculos propios de la zarzuela. Hay una especie de fascinación colectiva por la mentira, por el chamullo. La tele, cual gigante embaucador de serpientes, muestra discursos, programas, promesas y mentiras varias, mientras muy pocos dicen algo más que esta boca es mía. A la mentira la antecede un anestésico invisible que propicia su tránsito impune.

En los imprevistos ataques republicanos que a los frescos de siempre los hacen aparecer como demócratas confesos, se les olvida cuántas veces, desde distintos ámbitos, se ha denunciado lo antidemocrático del sistema binominal. Lo antidemocrático de todo el sistema. La inscripción es una pata de jaiba si se compara con el hecho de fondo: en este país se vota, pero no se elige. Que se quiera entender como democrático un país en que hay elecciones, es comparable a decir que es justo porque hay tribunales.

El sistema binominal esta diseñado para que este país no sea democrático. El que las fuerzas políticas se repartan el botín, se explica porque son tiras del mismo lazo. Si no les acomodara un estado de cosas que va a cumplir un quinto de siglo, lo habrían corregido. Cada uno de los parlamentarios existentes, es binominal.

Pero también es binominal la educación, la salud, la vivienda, la previsión, los sueldos, el medio ambiente, la riqueza, las tierras, los parques, los lagos, las calles, los edificios, la cultura, la policía, la delincuencia, las cáceles, el aire y el mar.

Los porcentajes de no inscritos, los que no votan, los que votan nulo o blanco, no son todos los que están al margen del sistema. Lo que éstos hacen es aislarse de un sistema electoral amañado que a lo único que responde es a blanquear la trampa. No se ha visto por parte de la Concertación, salvo escasas excepciones, interés alguno en modificar esta forma de votación que es tan cómoda para unos como para otros.

Los marginados, los excluidos, son muchos más que los que mencionan las estadísticas del SERVEL. La mayor parte está en otras locaciones: las cárceles en sus versiones para mayores y para menores, privadas y estatales, los guetos de los anillos marginales de las ciudades, las escuelas municipales, en los sub contratados, en las mujeres temporeras, en los consultorios de las poblaciones, en las colas de las ferias libres, en los pescadores artesanales, entre otros centros especializados.

Estos perdedores, condenados desde siempre a mirar desde debajo de la mesa, no tienen ninguna posibilidad de salir de su inercia. Los que ayer eran sus representantes, rendidos por aburrimiento, flojera o simple convencimiento, ahora han concluido que, mirándolo bien, el sistema no es tan malo.

Y embarcados en las listas de la Concertación, parte de la izquierda, ahora es un socio de la coalición gobernante, para, en sus propias e increíbles palabras, terminar con la exclusión. Qué levante la mano el que crea.

Las otras izquierdas, pobrecitas ellas, deambulan perdidas en la bruma intentando configuraciones que permitan la remota posibilidad de superar el efecto de las fortunas invertidas en el negocio de ser parlamentario.

Mientras tanto, de vez en cuando, las ministra vocera y otros personajes aportan a combatir lo gris del invierno con un humor insuperable. Como por ejemplo, celebrar el bicentenario con ocho años de anticipación.


lunes, 7 de septiembre de 2009

Cadena nacional

Ricardo Candia Cares

Por inocencia o estupidez malsana, a veces sinónimos, algunos creyeron que en su cadena nacional la presidenta Bachelet se referiría a la inminente renuncia del Ministro de Defensa Francisco Vidal por sostener la presunción de inocencia de los agentes de la DINA y de la CNI, a quienes el Ejército les paga honorarios. Y a la orden de silencio para el Comandante en Jefe.

En este país en que muchos hablan con media lengua, es necesario que de una buena vez todo aquel que perteneció a algún organismo de represión de la dictadura, sea de inmediato separado de cualquier órgano del estado, haya o no haya sido encontrado culpable de alguna otra atrocidad por los tribunales.

Lo que corresponde, si queremos sanar a este país, es que todo ex miembro de esos organismos debe ser juzgado sobre la base del sentido común, como primera medida. Es impensable que un civil armado, que usaba chapa, que se desplazaba en automóviles sin patente, que tenía acceso a las cárceles secretas, que asistían, observaban o sabían de las torturas a las que se sometían a miles de compatriotas, los que secuestraban a personas indefensas, pueda ser considerado como inocente a priori.

La presunción de inocencia tiene aplicaciones menos angelicales. Corrige un vacío de la justicia que consideraba todo lo contrario: una persona era culpable y sobre su propia responsabilidad cabía demostrar su inocencia. Por muchos años la dictadura violó el artículo 11 de la declaración de los Derechos Humanos: “Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en un juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias a su defensa”.

Una cosa es la verdad jurídica a la que se llega mediante juicios en que todos, asesinos y torturadores incluidos, tengan defensa, y otra, es creer que en la DINA en la CNI, la DICOMCAR, los servicios de inteligencia de la Armada, el Comando Conjunto, había angelitos de Dios que ni siquiera sabían el giro de su institución.

Lo que correspondería, antes de llegar a los tribunales, es un juicio social que sancionara a esas personas, aún cuando hiciera todo lo posible por rescatarlas para vivir en un país que castiga severamente los crímenes de lesa humanidad. Si no se pudieran rehabilitar, aislarlas para evitar la propagación de sus convicciones enemigas de los Derechos Humanos

Resulta una vergüenza que torturadores y asesinos caminen por estas calles como Pedro por su casa. Y una aberración, que hayan sido algunos medios de comunicación quienes hicieron las denuncias que han terminado con varios de esos delincuentes en los tribunales. Y que los casos que han logrado sanciones ejemplares, hayan sido una excepción.

Para decir las cosas como son, cualquier persona que haya pertenecido a esas máquinas de perseguir, amedrentar, torturar y matar, debieran tener parte de sus derechos suspendidos aunque no se les pruebe algún tipo de delito. No es posible que sean considerados tan ciudadanos como cualquiera. Y mucho menos que vivan con sueldos que ya querrían sus víctimas, trabajando en dependencias fiscales.

El que diga que esto no es posible en este país, que vaya a la zona mapuche. De tarde en tarde las fuerzas policiales muestran a un mapuche como si fuera un trofeo de caza mayor. En un dos por tres, un fiscal caza-mapuche lo mete preso, y meses después, casi sin consignarse en medio de comunicación alguno, lo pone en libertad por falta de méritos. Que sepa, ningún ministro ha abierto la boca para exigir presunción de inocencia en esto casos.

Mientras en el Ejército se siga protegiendo a integrantes de asociaciones ilícitas organizadas para la persecución, la tortura y el asesinato, es muy difícil pensar en una verdadera reconciliación. No son razones superficiales las que llevan a los altos mandos a conductas reprobables que limitan con el encubrimiento. Ni una solidaridad legítima entre camaradas. Estas conductas hacen presumir que sobrevive en la filas un convencimiento de que lo obrado por el dictador estuvo bien hecho, y que por razones que escapan a la voluntad de los mandos, hay que a someterse al mando civil. Al que debe considerarse como un mal transitorio y naturalmente superable.

Las nuevas generaciones de oficiales formados con un sentido de la democracia de mayor envergadura, debieran hacer saber su opinión. La verticalidad del mando no puede suponer la aceptación de una doctrina basada en la reivindicación de una cultura que entendía el crimen como una acción legítima.

La cadena nacional que organizó la presidenta para opacar la proclamación de Piñera, debió servir también para poner orden en el Ejército. Y para ordenar al Ministro Francisco Vidal a que se calle la boca. De lo contrario se le va a castigar quitándole su colección de soldaditos de plomo y su guaripola.

Los fusilamientos de Vidal: y por qué no?

Ricardo Candia Cares


Invitando a analizar el caso en frío, el ministro de defensa Francisco Vidal, hizo hincapié en que las personas contratadas por el ejército, ex miembros de las brigadas que la dictadura usaba para secuestrar, torturar y asesinar opositores, no están condenadas. A continuación preguntó si habría que fusilarlos en la plaza pública.

En público sería un exceso. Bastaría un paredón con acceso restringido.

Los familiares de los ejecutados y detenidos y hechos desaparecer han dado innumerables muestras que su exigencia es verdad, justicia y reparación. No venganza. Los gobiernos de la Concertación, se han conformado con algo de verdad, casi nula justicia y una migaja de reparación.

A partir del retorno a la democracia, la Concertación acuñó ese vergonzoso concepto de justicia en la medida de lo posible. La magnitud de ese principio cruzó todo el ámbito del Chile post dictadura y en adelante todo se hizo en la medida de lo posible. Se fundó un país en la medida de lo posible.

Si no es porque los medios de comunicación, de vez en cuando, entregan información que devela los secretos de los criminales, nos pasaríamos la vida pagando el buen pasar de peligrosos agentes de la policía secreta de Pinochet, enquistados en el ejército y en otras dependencias fiscales.

Lo que podía ser peligroso para la seguridad del país.

Nadie se imagine que estos soldados serían capaces de defender la integridad del territorio nacional enfrentando a algún enemigo de más allá de nuestras fronteras. La especialización de estos soldados es enfrentar a prisioneros amarrados, y con la vista vendada. Que se sepa, no han tenido la oportunidad de un mano a mano en igualdad de condiciones.

Es cierto que una ejecución en una plaza pública sería un espectáculo poco aceptable. Pero no está demás recordar lo que dijo Zvio Kolitz en “José Rákover habla a Dios”: “Algún necio humanista podrá decir lo que quiera; pero la venganza ha sido desde siempre y seguirá siendo el último recurso de lucha y la mayor satisfacción espiritual de los oprimidos”

Los honorarios de los represores

Ricardo Candia Cares


Cuando se trata de hablar con bronca, el ministro de Defensa Francisco Vidal, ubica sus blancos, aprieta los labios como quien dispara un penal, y expulsa sus decires. Pero se oculta en el silencio cuando debiera comunicar que va a expulsar de las filas a los ex agentes de la CNI que reciben honorarios del Ejército y a quienes los contrataronEl ministro Viera Gallo dice que aún no han sido condenados, por lo tanto es cosa de esperar porque pueden resultar inocentes. La presidente no dice nada, seguramente porque no es algo de su competencia. Para estos compañeros hay que esperar el veredicto de los tribunales porque podría suceder que la verdad jurídica, tantas veces distinta al verdad histórica, decrete que miembros de las brigadas más crueles de la CNI, no se les pueda comprobar delito alguno. Entonces, que no sea posible que se les juzgue porque los testigos que podrían incriminarlos, o están muertos o fueron torturados con la vista vendada. Y tendrían razón. Así, podrían seguir trabajando para el glorioso Ejército de Chile.A pesar de todo, resultar una injusticia que sólo a aquellos criminales que fueron reciclados en el Ejército, sean puestos en evidencia como rémoras vergonzosas de la dictadura militar. La memoria corta de muchos chilenos ya ha olvidado que todos los días es posible ver en la televisión a antiguos funcionarios de la dictadura, con igual o mayor responsabilidad en las matanzas y torturas que ocurrieron en el lapso 1973 - 1989.Ex ministros del dictador, altos funcionarios de su régimen, jefes de su escolta, embajadores, directores de servicios, y muchos funcionarios de rangos intermedios o menores, hoy se yerguen en democráticos puestos de senadores, diputados, alcaldes, concejales, asesores y funcionarios con caras de inocentes palomas.Ha faltado decisión para perseguir a los criminales que han sabido pasar impunes. Se ha confundido el derecho de todas las personas, aún de los criminales, con la falta de decisión para pasar una cuenta legítima a los que no sólo fueron los miembros del brazo secular de la política represiva, sino a quienes diseñaron una política sistemática de represión y eliminación de los que se opusieron a la dictadura. Y a quienes les brindaron elementos para su blanqueo ante el mundo.Los sicarios contratados como asesores por el Ejército, formados en las escuelas que los norteamericanos pusieron solidariamente a disposición de la dictadura, usaron toda clase subterfugios para borrar las huellas de su paso por los campos de exterminio. El uso de nombres falsos, la compartimentación, las capuchas de los prisioneros, la eliminación de todo vestigio material de los lugares de detención y exterminio, permitió un manto de silencio y oscuridad respecto de quienes fueron los ejecutores de asesinatos, torturas y persecución.Pero no sólo han pasado impunes estos funcionarios pagados por el Ejército. Falta saber los nombres de aquellos que infiltraron las organizaciones contrarias a la dictadura. De vez en cuando aparece algún nombre de aquellos, pero el sentido común indica que debieron ser muchos más de los que se sabe. Y que son los responsables de la represión selectiva entre los que jugaron un rol relevante en la lucha contra la dictadura, lo que en muchos casos significó la tortura y la muerte.Falta saber, también, cuántos agentes encubiertos se quedaron en los partidos políticos y quienes son. Resulta ilógico suponer que los servicios de inteligencia no iban a tener un diseño de penetración a las organizaciones sociales y políticas en el largo plazo. Sobre todo cuando en los comienzos, muchos de los que ahora son resueltos defensores de la Concertación y su legado, fueron funcionarios de la dictadura.Es cosa de recordar a los prohombres de la política, de la empresa y el periodismo chileno y sus vinculaciones con la CIA norteamericana, cuyos nombres han emergido de los documentos desclasificados en el último tiempo.De tarde en tarde, estos errores comunicacionales reponen dolores de cabeza que los ministros no quieren tener, sobre todo en épocas de elecciones. Porque esta gente que trabaja para el ejército después de haber sido miembros de esas máquinas de perseguir y matar, equivale a que después de la Segunda Guerra Mundial hubieran seguido activos, cobrando honorarios, los miembros de la Gestapo.