jueves, 28 de mayo de 2009

Anarquistas

Ricardo Candia Cares
26 de mayo 2009
Arturo Fernández Vial fue el guardiamarina al que Arturo Prat le encargó clavar la bandera para que no fuera arriada en el hito histórico más trascendente de la historia chilena, el Combate Naval de Iquique del 21 de mayo de 1879.

Sobreviviente de La Esmeralda, llegó a ser contralmirante y Gabriela Mistral lo llamaba desombrerado, según se cuenta, por su rechazo a usar la gorra de la Marina. Arturo Fernández Vial estaba a favor de fundar playas nudistas y de crear escuelas nocturnas para los obreros. El contralmirante Fernández Vial, era anarquista. El único de ellos entre la tripulación más gloriosa de la historia patria.

Hace unos días el país se horrorizó ante la noticia de que el joven anarquista Mauricio Morales había volado junto con la bomba que llevaba en su mochila y que se disponía a instalar en la Escuela de Gendarmería.

El sheriff Rosende no perdió tiempo para informar que las pesquisas avanzaban de lo mejor para capturar al resto de los anarquistas prófugos implicados en la acción y los allanamientos a las casas de los okupas no se hicieron esperar, despanzurrando títeres, escenarios, instrumentos musicales y vestuarios de payasos y malabaristas.

El discurso oficial, la maquinaria de la represión, las declaraciones de los políticos y el silencio de todo el resto, llenó los espacios de la prensa. Se tensaron los fiscales, las policías y los servicios de inteligencia, amparados por esa joya de la legislación chilena que permite que cualquiera de nosotros pueda ser espiado sin ningún tipo de regulación. Se anuncia que en breve caerán muchos más implicados en estos actos de barbarie impropios del estado de derecho y de la democracia en que vivimos.

Sin embargo, no ha habido una voz que se pregunte por qué un muchacho de veintisiete años decide expresar sus ideas mediante la instalación de un par de kilos de pólvora. Ninguna o pocas voces se han preguntado si el sistema que se heredó de la dictadura ha permitido en estos veinte años, la expresión que no sea la de las mismas caras de hace esos mismos veinte años. Mientras insisten en convencernos que representan un cambio generacional.

Se excomulga la violencia ejercida por el Punky Mauri y el petardo que le quitó la vida, y nada se dice del safari que muestran los canales de televisión, y que se reduce a la cacería de pobres diablos, ladrones de baja monta, traficante de diez gramos y pandillas de adolescentes absorbidos por la pasta base y la marginación, habitantes de los guetos que la política cultural del sistemita ha construido lejos de la vista de la decencia y la moral.

Ningún fiscal o autoridad de gobierno reclama airada exigiendo las penas del infierno por la violenta burla que significa mostrar la miseria de las cárceles y sus desgraciados habitantes, presos la mayoría por atentar contra la sacra propiedad privada, mientras los ladrones de alto vuelo son entrevistados en los horarios prime de los talks shows y los matinales de la TV.

Pocas voces dignas reclaman por la invasión que sufren los mapuche de Ercilla y de otras comunidades castigadas, cada vez que los terratenientes usurpadores lo exigen al Ministro del Interior, por las balas, los gases y los infiltrados. Y desde siempre por la marginación, el desprecio y el racismo. No es violencia contra sus familiares y compañeros el que se haya dejado impune el asesinato de dos jóvenes mapuche en manos de la policía, cuya investigación se haría hasta llegar hasta las últimas consecuencias? Como si todo esto no fuera tanto o más violento que el cuete que le quitó la vida al Punky Mauri.

Se informa con orgullo de la compra de aviones F-16, fragatas y tanques, máquinas de matar que cuestan lo que centenares de hospitales y escuelas y se admite con prepotencia Chile se ha convertido en el matón del barrio. Como si esos ingenios de masacrar no fueran en sí elementos de violencia y que ya antes de hacer fuego, no violentaran la conciencia de millones que luchan día a día por conseguir una manera digna para vivir.

Hay ministros en visita, comisiones investigadoras, fiscales especiales para responder por qué en Chile hay niños que comienzan a matar semejantes una vez que dejan el jardín infantil? Se habrá medido la violencia que afecta a los pobres que viven aislados tras una vergonzante muralla para ser separados de la augusta visión de los ricos que habitan una parte del barrio alto de Santiago?

Las empresas que envenenan lo que respiramos, el agua que tomamos, que matan las aves y las plantas de delicados ecosistemas, los peces en el mar y los lagos, no son culpables de una violencia que ameritaría cárcel si fuese ésta una sociedad en que el chancho se pela bien?

Mauricio murió pensando que su pólvora contribuía a resolver el problema de la violencia del estado contra todo lo demás. Es una pena que haya dejado su juventud en esa suerte de testimonio deflagrante. Arturo Fernández Vial, héroe nacional olvidado a propósito por ser un libertario y un anarquista, estaría saltando al abordaje de estar vivo.

miércoles, 20 de mayo de 2009

MARIO BENEDETTI NO HA MUERTO

Ricardo Candia Cares
20 de mayo 2009


Mi camarada Patricio López me avisa de la muerte de Mario Benedetti como si fuera posible tal evento. Sonaron sus palabras como si fuera verdad que nuestro querido viejo pudiera ser secuestrado por la muerte y aceptar, sin más ni más, que finalmente su cuerpo será absorbido por la tierra. Me negué a creer que se venía una pena de las mayores. Es que no hay, no puede haber, tanta muerte en el mundo, a pesar de los canallas, para derribar a un camarada como Mario Benedetti.
La primera vez que vi la cara de buena persona de Mario Benedetti fue en Cuba, en un estante del lugar en que debía hacer una inútil guardia bajo los aguaceros de las madrugadas de ese julio de 1983. Entre otros títulos, encontré, ajado por los muchos guerrilleros que ya lo habían leído, un ejemplar de Todos los Cuentos. Al desvelo que precedían esas dos horas de posta, le seguía una sesión de lectura, en la selva fragante de Guanabo, escondido de los jefes.
Antes de eso, sabía de su poesía por los canales de lo clandestino y resultaba imposible no adentrarse en las esquinas de los conspiradores si no recitabas, como una manera de espantar el miedo, algún verso de Mario Benedetti. Un ritual para obligarse a ser valiente. En las casas de los compañeros colgaban poemas escritos en infinitos estilos artesanales, como una bella manera de decir te amo y por eso combato.
Los largos viajes, las largas noches, los largos miedos de esos años en que jugársela contra la dictadura era una tarea en la que miles poníamos todo nuestro empeño, la lectura de Mario Benedetti y el canto de sus canciones, eran una necesidad para la sobrevivencia. Como una especie de amuleto, por largo tiempo anduvo entre mi carencia, una edición de tapas negras del Inventario Uno. Su lectura resultaba necesaria para el hambre, el frió y el miedo. Dichas en un susurro en el oído de los amores de entonces, era un ritual infalible que tenía asegurada la recompensa de la reciprocidad.
Quiero decir que Mario Benedetti fue un compañero inevitable en cada día y noche de aquellos de cuantos ocupamos para derrotar la dictadura. Aunque no nos haya ido muy bien, si hemos de juzgar por los resultados.
Era una bella forma de resistir leer a este viejo respondón que escribe dios sin mayúscula. Era una bella manera de acompañar al amor furtivo de entonces, bajo la prohibición de acercarse a nuestras casas impuestas por las elementales medidas de seguridad, con la represión en nuestros talones. Portar el Inventario Uno, que me siguió por tanto tiempo, era un acto de heroísmo auto inflingido. Nunca supe en qué parte quedó ese amado libro de tapas negras, con recuerdos entremetidos en sus hojas amarillas, y a pesar que me hecho de nuevos ejemplares, nunca he sentido ese aroma que despertaba bajo mis narices cada vez que lo abría. Cuando tuve que huir, lo primero que aseguraba era mi amado libro.
Cada vez que me acerqué al ejercicio inevitable del amor, los versos de Benedetti fueron inspiradores de memorables noches acunadas por esos versos que enardecían la sangre y te coronaban de certezas y te prodigaban promesas de amor eterno, de amor de carne, de huesos, de tierra perfumada, con susurros de los hermanos hombres y mujeres que han buscado y seguirán buscando una tierra como la describió con su voz de hombre bueno nuestro Benedetti.
Por los designios estrafalarios de la vida que nos construimos, a veces con furor, otras con bronca, pero siempre con enormes ganas de vivir, la noticia absurda de la muerte de Mario Benedetti, me llega junto con el toque insolente del amor que se me presentó por el milagro de lo misterioso. No estaba solo al recibir el telefonazo y puse mis ojos con pena en los de mi amor que me miraba sin entender el dolor que insistía en salir al modo de las lágrimas.
Uno ama cuando lee las letras concebidas por Mario Benedetti y se deja amar cuando las escucha. Fuimos también los personajes de sus cuentos y protagonistas de sus historias. Nos invitaba a ser autores también de esa poesía hecha de gente, de toda la gente, que salía de sus ojos buenos y que nunca la reclamó como propiedad privada.
Cuando llegamos al subterráneo de la calle Borgoño, entrando por Santa María, no pudimos dejar sentir un estremecimiento propio de saber que nos enfrentábamos a la maldad en estado puro. Pero nos salvó un Hombre preso que mira su hijo. Sabíamos que afuera, en ese septiembre de maldición, estaba el cielo torvo, con helicóptero y sin dios, pero también estaba Pedro. Todos queríamos ser Pedro, no importa cuantos capitanes se supusieran más allá de las capuchas y del miedo.

martes, 12 de mayo de 2009

CAMBIA, TODO CAMBIA

Ricardo Candia Cares
12 de mayo 2009

A sus propiedades, casi todo lo que existe, la derecha suma lo que hasta hace poco era enarbolado por la izquierda. El cambio. Quienes reclaman ahora este concepto son los que no dudaron en soltar sus jaurías cuando un presidente propuso las reformas más profundas que jamás se habían concebido en este país. Proponiendo la misma idea de cambio, con algo de amargura y desolación, la Concertación lo intenta todo sin convencer ni a sus incondicionales.
Ahora la consigna principal es el cambio. Todo lo que se ha venido haciendo desde hace mucho hasta hace poco, ha estado mal o casi mal y la cura para superar esos males, está en cambiar. Cambiar hasta que duela.
La derecha, enemiga del cambio desde que el tiempo es tiempo, ahora se llama Coalición por el Cambio. Desde el refugio de lo más conservador y oscuro de la sociedad chilena hoy se levanta una consigna propia de chascones marxistas, de suéteres chilotes, mocasines de reno y practicantes del amor libre en el Parque Forestal.
Cambio también propone la Concertación y erige como su abanderado a Eduardo Frei que en su vida ha experimentado verdaderas mutaciones. De sostener a la dictadura, pasó a ferviente admirador de la democracia y desde ahí a presidente de la república para hacer un gobierno que ya se lo quisiera la derecha. En estos días, el ex presidente ha transformado su look para no parecer lo que es. Eso es cambio.
Todo cambio es válido a condición de que sea transitorio. Ha habido en la historia reciente ejemplos notables. El actual Ministro de Defensa Francisco Vidal, fue militante del golpista Partido Nacional; el ex Presidente Patricio Aylwin, fue impulsor del golpe de estado de 1973; el virus porcino, ahora es humano, por sólo nombrar tres casos representativos de muchos.
Desde el otro rincón, centenares de izquierdistas otrora furibundos revolucionarios, abjuran de sus banderas rebeldes y de sus barbas agresivas. Para las evocaciones románticas, en estos tiempos cambiantes, resulta suficiente escuchar la música de la época en los asados de los sábados e ir a los domesticados desfiles en busca de alguna curiosidad en los mercaditos persas que se instalan en esas ocasiones.
Pero nada más humano que el cambio y nada más injusto que acusar de traición a quien lo practica. En el caso del senador Flores, que antes fue ministro de Allende y hoy es socio de quienes lo pulverizaron usando la Fuerza Aérea, resulta del todo impropio motejarlo de travestido. Al contrario, su mutación terminó con su travestismo, es decir parecer alguien y en verdad, detrás del aspecto, ser otro, para demostrar que siempre ha sido como ahora.
Para decir las cosas según son, el senador Flores salió del closet de la manera más honesta. Porque para que seamos francos, se habrá dicho de izquierda, pero ha sido siempre un viejo facho. Lo seguirá siendo, pero ahora en la derecha. La diferencia no le quita ni le pone.
Sobre el caso del diputado de Marco Henríquez Ominami se ha dicho cuánto se ha querido, sin embargo no se ha valorado aún que su gracia estriba en que es el mejor salvavidas para la Concertación. Su Decálogo para el Futuro resume bastante bien todo aquello que la Concertación viene prometiendo y que no ha cumplido. Tal como lo ha repetido, seguirá en la competencia salvo que Frei asuma los contenidos de estos principios en su Programa. Y de paso, evitar el descalabro.El sistemita da lecciones de autogeneración increíbles. Cuando todo aquello que sostiene su tinglado es un fracaso en cada rincón del mundo, con una cara dura envidiable, asume la necesidad de cambiar como si todo fuera responsabilidad de Moya. La historia la vienen haciendo estos cambios que tienen la virtud de hacer todo lo necesario para que el sistemita se desarrolle y engorde sin mayores preocupaciones.
Asombra la capacidad del sistemita para curar sus heridas. En formas cubiertas de un eficiente camuflaje, sus sostenedores muestran su capacidad para acomodarse a los vaivenes del tiempo y su desgaste. Mediante un cuidadoso lenguaje y delicadas puestas en escena, son capaces de deslumbrar con luces y parafernalias, a la hora de convencer incautos.
Es que el sistema político busca maneras de liberar la energía que las contradicciones internas generan entre unos y otros. Una extraordinaria manera para evitar la descompensación de todo el sistema, es transferir esas energías desbocadas por la vía de los cambios de tiendas o militancias. Así, el delicado equilibrio interno de ese sistema cerrado se mantiene por la vía de esas transferencias energéticas y todo queda donde mismo.
Mientras tanto, quienes creen que la única manera de salvar el mundo es hacer otro mundo, siguen anclados en la nostalgia, empantanados en ensoñaciones, sugiriendo negocios bastardos, mirando el sarao tras los visillos, sin una idea nueva. O con pocas, que para el caso, da lo mismo.
Atrás, muy atrás, tanto que ni la memoria los alcanza, quedaron los sueños de cambiarlo todo.

El VIRUS AN1H1 Y LAS OTRAS PESTES

Ricardo Candia Cares
05 de mayo de 2009

Los países toman medidas para que la pandemia causada por la influenza porcina, que ahora se llama humana, no se transporte de un país a otro y ponga en riesgo a la población. La globalización, esta ley que permite que todos estemos en contacto con todos mediante los mas diversos medios, está cobrando sus primeras víctimas y generando fenómenos impensables.Pocas veces los poderosos habían tenido en sus manos herramientas tan justificadas para la discriminación, la xenofobia, el desprecio por el indio, el inmigrante, el extranjero. Pocas veces como ahora, el gobierno de los estados Unidos tiene razones para reforzar el muro ignominioso que divide la pobreza de la riqueza, en la frontera de México y USA.
Un médico chileno que ejerce de senador y que le gusta mandar su correspondencia con cargo al Fisco, ha estimado que en Chile pueden morir cien mil personas de declararse la pandemia. Por su parte, la OMS avisa que los muertos en el mundo por esta infección llegan a veinte, aunque es posible un rebrote de AN1H1 con mayor fuerza.
Los gobiernos han tomado medidas de distinta naturaleza para evitar el contagio. Uno de los más extremos, e innecesarios, fue la matanza de trescientos mil cerdos en Egipto. No sirvió de nada por que ahora se ha descubierto que son los humanos, después de la mutación del bicho, el que infecta a los porcinos y no al revés.
Todas estas medidas que se toman para controlar una epidemia que causa temor y angustia en gran parte de la población del mundo, especialmente en los pobres que son el pato de la boda de todo, debieran servir para ser usadas en otras catástrofes tanto o más peligrosas para la vida humana como el virus AN1H1. Como los estragos que causa la pobreza en el mundo subdesarrollado, lo que hacen las guerras, la explotación en todas sus versiones, la droga y el narcotráfico. Y otros tantos vectores hijos predilectos del sistemita.
Cuántos niños mueren al día por enfermedades fácilmente curables y que tiene que ver directamente con la pobreza en que viven o sub viven? Algunas estadísticas bien intencionadas hablan de 30 mil. Leyó bien. Cuántas personas mueren de hambre al día en un mundo en que los ricos arrojan a la basura cantidades descomunales de deshechos producto de un desenfrenado consumo que los enferma de comer tanto? Los optimistas dicen 30 mil. Cuántos seres humanos sufren a diario las consecuencias de la falta de agua potable? Mil millones. Cuántas mujeres, la mayoría casi niñas, mueren al día por abortos practicados en condiciones de higiene criminales? No se sabe, pero el número debe ser escalofriante si las autoridades de salud mundial hablan de 50 millones de abortos al año.
A cuántos seres humanos achicharran las máquinas de matar que el imperio lanza cada vez que quiere demostrarle al mundo que nadie la tiene más grande? A cuántas personas matan las decenas de guerras que hoy, precisamente hoy, están en curso en esa misma cantidad de países? A cuántas la falta de atención medica? O los químicos con que se bombardean las plantaciones buscando aumentar las ganancias? A cuántos millones el SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual?
Que se sepa, los gobiernos no han sido lo suficientemente ágiles para controlar estas plagas que amenazan con diezmar a la humanidad, partiendo por los más pobres. Que tengamos noticias, en los aeropuertos no se han instalado barreras sanitarias que protejan a los habitantes de los poderosos que van de país en país arrasando con lo que encuentran a su paso, con tal de acumular ganancias que de tan grandes no sirven para nada más que no sea seguir ganando más.
Es hora que las autoridades tomen el ejemplo del virus AN1H1 y dispongan un detector de canallas en las fronteras. Que no tengan acceso a nuestros países los sostenedores de un sistema que ha hecho de la muerte un negocio. Que se queden fuera quienes defiendan un orden mundial en que todo está permitido para que un puñado de dementes acumule riquezas a costa del sufrimiento y la muerte de millones. Que sean borrados de la memoria humana los que lucran con el sufrimiento y la muerte de los niños, mujeres y hombres pobres del planeta.
Tarde o temprano el virus AN1H1 será controlado por algún avispado científico que venderá a precio de oro la vacuna que lo liquide. Sin embargo, las fronteras seguirán expuestas a que bicharracos mucho más letales que el de la influenza, pululen con rostro humano por nuestros países, a menos que se instale una barrera de decencia humana, de sentido común y de vergüenza, que los prohíba de una vez y para siempre.

sábado, 2 de mayo de 2009

La culpa no es del chancho, sino del que le da el afrecho

Ricardo Candia Cares
30 de abril 2009
Se comienza a develar la incógnita que a muchos debe estar cruzando por la cabeza. Cómo es posible que se desencadene una epidemia que de no ser controlada a tiempo puede liquidar a buena parte de la humanidad?
Grandes empresas de producción masiva de carnes en condiciones de salubridad que el estado no se preocupa de controlar, han generado en México y en otros países, tales concentraciones de animales y de deshechos orgánicos, que no seria raro pensar que de esos caldos de cultivo se escaparan los virus que pugnan por salir a matar.
Nuevamente el capitalismo, con esa envidiable dosis de creatividad de la que hace gala, aporta a la liquidación de la especie humana ahora por medio de un virus que amenaza especialmente a los más pobres.
A la crisis financiera global, el neoliberalismo agrega ahora una nueva forma de castigar a los más desposeídos. Aunque sean todos los que respiramos los blancos potenciales del virus de la influenza, desde siempre sabemos que los que más mal la pasan son los mismos de siempre. Parece que la falta de guerras en el horizonte hace imperioso buscar sucedáneos que mantengan en alto los índices de pobres en calidad de muertos en el corto plazo.
Por la vía de reproducir de la manera más rápida animales que van a las grandes carnicerías de los países consumidores, los científicos a sueldo de las trasnacionales de la carne, apuran los procesos de reproducción y cría de cerdos, vacunos y aves a velocidades antinaturales con el exclusivo propósito de ganar y ganar y ganar mucho más dinero.
La lógica capitalista se ha adueñado de la ciencia y de algunos científicos baratos para suplantar la naturaleza y sus procesos con el exclusivo horizonte de acumular ganancias irracionales. En esos procesos industriales, la fuerza de la evolución ha hecho su trabajo aprovechando esa sopa en la que flotan una cantidad desconocida de virus, que más temprano que tarde, se acomodan a las ya escasas defensas humanas para arrasar con lo que encuentren a su paso.
Las autoridades chilenas han actuado e instalaron un termómetro en el aeropuerto. La presidenta ha dicho que están todas las medidas tomadas y que nada quedará al azar. Nos viene a decir que se ha hecho todo lo necesario para evitar que el virus mortal haga presa de nuestros conciudadanos. Como si nadie supiera en este país el estado de los consultorios, de la situación de precariedad en que se encuentran los hospitales, de la falta de mantención e insuficiente personal idóneo con que se desenvuelve un sistema de salud que cada tanto nos recuerda las promesas incumplidas de la Concertación.
Una pregunta pertinente es si existen políticas públicas que prevean estas calamidades. Si las autoridades que administran el neoliberalismo en Chile, han pensado escenarios similares en esas fábricas de carne que se propagan en el país sin que se sepa de regulaciones por parte del estado.
La listeriosis, si no familiar, por lo menos amigo íntimo del virus de la influenza porcina, y que hace rato circula con alimentos que consumen gran parte de la población de nuestro país, no sale de la nada. Aparece por las mismas condiciones no reguladas de la higiene de esas grandes empresas en donde lo único que decide es la ganancia.
Dudo que exista nivel gubernamental una política que se le cruce al gran capital para generar barreras de seguridad anticipándose a la aparición de estas calamidades. El gobierno neoliberal de México no lo hizo y, que se sepa, sus pares chilenos tampoco.
De esa manera, cada vez que las alarmas de virus letales comienzan a sonar, se ponen en alerta los expertos en discursos aplicando su genio en explicaciones que no entiende nadie, apostando a que la distancia que media entre Chile y el resto de los países en donde la influenza ya ha cobrado muchas víctimas, es tan grande, que no alcanzará hasta acá.
Mientras tanto, el ministro de Defensa, afectado por un rapto de patriótico entusiasmo, nos hace saber que el estado ha comprado otra docena y media de aviones F 16 por montos exorbitantes para un paisito como el nuestro que llora porque esos recursos sean usados en cuestiones de escala humana.
Los egipcios, para evitar que la epidemia haga su incursión en el país, ha optado por una fórmula muy simple y brutal: exterminar hasta el último de sus trescientos mil cerdos de una vez. Nosotros podríamos hacerle caso a Mubarak y tomar la misma medida en Chile.
Nos libraríamos de mucho bicharraco desagradable.