martes, 12 de mayo de 2009

El VIRUS AN1H1 Y LAS OTRAS PESTES

Ricardo Candia Cares
05 de mayo de 2009

Los países toman medidas para que la pandemia causada por la influenza porcina, que ahora se llama humana, no se transporte de un país a otro y ponga en riesgo a la población. La globalización, esta ley que permite que todos estemos en contacto con todos mediante los mas diversos medios, está cobrando sus primeras víctimas y generando fenómenos impensables.Pocas veces los poderosos habían tenido en sus manos herramientas tan justificadas para la discriminación, la xenofobia, el desprecio por el indio, el inmigrante, el extranjero. Pocas veces como ahora, el gobierno de los estados Unidos tiene razones para reforzar el muro ignominioso que divide la pobreza de la riqueza, en la frontera de México y USA.
Un médico chileno que ejerce de senador y que le gusta mandar su correspondencia con cargo al Fisco, ha estimado que en Chile pueden morir cien mil personas de declararse la pandemia. Por su parte, la OMS avisa que los muertos en el mundo por esta infección llegan a veinte, aunque es posible un rebrote de AN1H1 con mayor fuerza.
Los gobiernos han tomado medidas de distinta naturaleza para evitar el contagio. Uno de los más extremos, e innecesarios, fue la matanza de trescientos mil cerdos en Egipto. No sirvió de nada por que ahora se ha descubierto que son los humanos, después de la mutación del bicho, el que infecta a los porcinos y no al revés.
Todas estas medidas que se toman para controlar una epidemia que causa temor y angustia en gran parte de la población del mundo, especialmente en los pobres que son el pato de la boda de todo, debieran servir para ser usadas en otras catástrofes tanto o más peligrosas para la vida humana como el virus AN1H1. Como los estragos que causa la pobreza en el mundo subdesarrollado, lo que hacen las guerras, la explotación en todas sus versiones, la droga y el narcotráfico. Y otros tantos vectores hijos predilectos del sistemita.
Cuántos niños mueren al día por enfermedades fácilmente curables y que tiene que ver directamente con la pobreza en que viven o sub viven? Algunas estadísticas bien intencionadas hablan de 30 mil. Leyó bien. Cuántas personas mueren de hambre al día en un mundo en que los ricos arrojan a la basura cantidades descomunales de deshechos producto de un desenfrenado consumo que los enferma de comer tanto? Los optimistas dicen 30 mil. Cuántos seres humanos sufren a diario las consecuencias de la falta de agua potable? Mil millones. Cuántas mujeres, la mayoría casi niñas, mueren al día por abortos practicados en condiciones de higiene criminales? No se sabe, pero el número debe ser escalofriante si las autoridades de salud mundial hablan de 50 millones de abortos al año.
A cuántos seres humanos achicharran las máquinas de matar que el imperio lanza cada vez que quiere demostrarle al mundo que nadie la tiene más grande? A cuántas personas matan las decenas de guerras que hoy, precisamente hoy, están en curso en esa misma cantidad de países? A cuántas la falta de atención medica? O los químicos con que se bombardean las plantaciones buscando aumentar las ganancias? A cuántos millones el SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual?
Que se sepa, los gobiernos no han sido lo suficientemente ágiles para controlar estas plagas que amenazan con diezmar a la humanidad, partiendo por los más pobres. Que tengamos noticias, en los aeropuertos no se han instalado barreras sanitarias que protejan a los habitantes de los poderosos que van de país en país arrasando con lo que encuentran a su paso, con tal de acumular ganancias que de tan grandes no sirven para nada más que no sea seguir ganando más.
Es hora que las autoridades tomen el ejemplo del virus AN1H1 y dispongan un detector de canallas en las fronteras. Que no tengan acceso a nuestros países los sostenedores de un sistema que ha hecho de la muerte un negocio. Que se queden fuera quienes defiendan un orden mundial en que todo está permitido para que un puñado de dementes acumule riquezas a costa del sufrimiento y la muerte de millones. Que sean borrados de la memoria humana los que lucran con el sufrimiento y la muerte de los niños, mujeres y hombres pobres del planeta.
Tarde o temprano el virus AN1H1 será controlado por algún avispado científico que venderá a precio de oro la vacuna que lo liquide. Sin embargo, las fronteras seguirán expuestas a que bicharracos mucho más letales que el de la influenza, pululen con rostro humano por nuestros países, a menos que se instale una barrera de decencia humana, de sentido común y de vergüenza, que los prohíba de una vez y para siempre.

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