martes, 28 de julio de 2009

Sigue la guerra contra el pueblo mapuche

Ricardo Candia Cares
28 de julio 2009
El índice de popularidad del que goza la presidenta Bachelet debería medir también el grado de su arrogancia para tratar a los mapuche, al sur del Bio Bio. La represión, el abuso de leyes hechas por la dictadura y el mentado estado de derecho, ha sido usado para enfrentar a todo lo que huela a indio y pobre.

Las herramientas preferidas para enfrentar las demandas de los mapuche, fueron creadas para reprimir al pueblo durante la dictadura. Las que parecen leyes, entre cuatro paredes y un cielo raso, las que disparan, en las armerías. En las manos de los que hoy fungen como autoridades, han servido para mantener a raya, buena puntería mediante, el ímpetu mapuche por la recuperación de sus tierras y por exigir sus derechos humanos básicos debidos en tanto personas.

El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, ha exhortado a las autoridades chilenas a respetar estos derechos y numerosos países han hecho patente su preocupación por los niveles de represión de la que son objeto. El Departamento de Estado norteamericano ha hecho saber su preocupación por lo que llaman la rearticulación de grupos radicales, pero el sheriff Rosende le ha restado importancia a esas declaraciones, sin tomar en cuenta que en cuestiones de guerra el Departamento de Estado sabe.

Se han denunciado juicios sin pruebas serias en contra de sus dirigentes y montajes hechos por las fiscalías caza mapuche y por las policías. Los presos políticos mapuche son mostrado ante las cámaras de televisión como piezas de cacería, para luego ser encerrados en condiciones inhumanas en las cárceles del sur. El hacinamiento y las malas condiciones de vida al interior de los penales, no se diferencia en nada a las que debimos soportar quienes conocimos la política penal del anterior régimen.

Los altos niveles de violencia en los allanamientos a las comunidades en las que la policía armados para al guerra, no han discriminados entre mujeres, niños, ni ancianos, se ha incrementado. Balas policiales han matado a jóvenes mapuches sin que se sepa de responsables Para los mapuche, nada ha cambiado.

Centenares de dirigentes mapuche han hecho saber su disposición a conversar los temas que mantiene movilizadas a las comunidades, sin embargo, la presidenta se ha negado en forma sistemática a recibir a los indios.

La intendenta de la región de La Araucanía, la compañera militante del Partido Socialista Nora Barrientos, se ha esmerado en hacer cumplir el estado de derecho, que en la zona más parece estado de derecha.

Con un entusiasmo digno de las mejores causas, la compañera Barrientos ha dejado en claro su disposición a aplicar la ley antiterrorista sin vacilación contra quienes sean encontrados culpables del delito de ser mapuche. La compañera Barrientos con seguridad canta la Marsellesa con el puño en alto. Y se encontró ese no despreciable puesto y las oportunidades que brinda la democracia, amarrados en un trapito.

Los carabineros de Chile, con una amplia experiencia en estos ejercicios de guerra, han desplegado una buena cantidad de efectivos armados de munición de guerra y un sensible dedo en el gatillo. Desde las oficinas de la ANI y los servicios de inteligencia de los organismos del estado, se monitorea de cerca la evolución de los acontecimientos y en alguna parte, los satélites espías dan cuenta del movimiento de los indios, las conversaciones por celulares y el tráfico de Internet.

Más cerca, el ejército chileno, se soba las manos con la posibilidad de entrar en batalla si las cosas se ponen feas.

Los compañeros que gobiernan el país han reducido el conflicto de la región mapuche a un problema de competencia sólo de las policías, respecto de lo que basta la aplicación rigurosa de las leyes de la dictadura y la descalificación del mapuche, haciéndoles aparecer como ladrones, delincuentes y bandidos que desconocen el orden y la propiedad privada.

Los gobiernos de la Concertación, rendidos al poder del gran empresariado, la iglesia y los militares, hacen esfuerzos por pacificar una vez más esa zona caliente. Desconocen que la exigencia mapuche no tiene que ver con metros cuadrados, sino que con el respeto debido a una nación que existe desde antes que se construyera La Moneda y que tiene derechos que se reconocen por la comunidad internacional en distintos Convenios y Declaraciones de organismos multinacionales.

Por ahí cerca, los candidatos a la presidencia se esmeran en cautivar votantes con sus simpatías personales, sus fortunas, sus señoras y promesas. Cuando pasan por la región del conflicto, lo hacen de noche o muy alto en el cielo. Para no ver, para no escuchar para no saber.

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